El verano sin piscina


Uff! El calor comienza a hacer efecto. Por los poros de mi piel cuajan gotas de sudor. El agobio invade mi cuerpo y lo centra en habitáculos minúsculos. El aire se acuerda de la jugarreta que le hice estos tiempos atrás. Mis bermudas y T-shirts no apagan el fuego que crece en mi interior.
La única esperanza, la piscina. Una piscina que cada uno debe inventarse para calmar el calor. Una piscina imaginativa, que yo inserto en el salón de mi casa por vagueza. Mis padres se niegan a comprar una, “Hay tienes la charca. Haz como antaño”. Y es la verdad, de pequeños nos íbamos desde Semana Santa al río (si llega a tener tales dimensiones) de mi pueblo de doble terminología, originalmente Guadarroyo o comúnmente Aguarroyo, o a las charcas situadas en sus aledaños. Toda la tarde era un ir y venir de carcajadas.
Un verano sin piscina. Ni cuando el año pasado cerraron los torreorgarceños la suya nos vimos en tal situación. Ni cuando no había agua cerraron nuestra piscina. Cada uno le echa las culpas al otro. Y quiero que sepáis que fue la mejor piscina de los alrededores de Cáceres. Se ha estado rumoreando la apertura por parte del Canal de Isabel II, el proyecto fracasó con solo ver el estado de esta.

Hoy sólo disfrutaba de la pingüi Luna, el gato macho de mi prima Loren. Tumbado al sol y junto al agua, verde pero agua, ¡me daba una envidia!

Sierra de Fuentes, 9 de julio de 2007.
Empieza el verano sin piscina.

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