Dejando la mente en blanco coincidí con tu presencia, ya olvidada, por los oscuros jardines que pueblan mi ser. Jardines que una tarde planté en el ocaso del día y que solos crecen y se abastecen sin necesidad de alguien quien los cuide podándolos, regándolos, mimándolos...

Dejando la mente en blanco no sueles encontrar nada, al menos que esa pared esté totalmente escrita de millones de colores y palabras que te recuerden por qué entraste ahí...

Dejando mi mente en blanco, hoy, todo es blanco...espera, no tranquilidad, era una mota de polvo alojada en un recoveco...

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