... Carta de despedida ...


Alguien me dijo hace poco que el tren pasa una vez. No una vez más contigo, maldita Pereza. Es y será la primera y última vez que se usen las vías para ti. Decidido queda.

En la vida somos conscientes de lo que deseamos poseer y lo que no nos ayuda más que a tropezar. Aunque algunas veces no lo tengamos demasiado claro. Voy a intentar vivir sin ti y tus flojos medios para sentirme un poco más realizado.
La serpiente de metal está a punto de partir y tú tienes que subir en ella o tengo que montarte a la fuerza. Eso sí, en el andén permaneceré, como en las películas, viendo como te vas perezosamente desapareciendo de mi vida... Espero que por mucho tiempo.

Pereza, al final no hicimos buenas migas, más bien aprendimos a convivir el uno con el otro. Hemos compartido muchas cosas pero no tengo claro si por obligación, gusto o necesidad. Nuestros caminos se separan de una forma que nunca hubiesemos pensado. Siempre te recordaré, sobre todo al mirar hacia nuestro lugar amarillento o al escuchar el atronador sonido de la mañana.

El tren está pitando, ha llegado la hora. Sube. No lo pienses más y procura no montarme la escena desde la ventana. No lo hagas más difícil.

Tras tu partida llegará Actividad e inundará de actos mi hasta entonces perezosa vida.

Hasta siempre y bienvenida...

(palabras tristes a una compañera de viajes, de días y noches, a una confidente y un gran apoyo... Seguro que te echaré de menos... o no...)

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