Nembro 3.0

La gente se amontona en la plaza del pueblo, justo en el cruce de Via del Borgo y Via Mazzini, para contarle al sol todo aquello que el frío invierno les ha hecho padecer. En sus caras una sonrisa, en las bocas un puñado de palabras en dialecto y en algunas manos un cigarrillo encendido, la mayoría de marcas diversas y algunos con olor a antigüedad. Comentan, quizás, los 150 años de la unificación del país y del gran trabajo en las batallas por parte de "I mille", una serie de soldados mayormente procedentes de la provincia lombarda. Imagino a los ancianos contando viejas historias que ellos también oyeron y que hacen escuchar a sus nietos cualquier día patriótico, llenos de orgullo y júbilo. Los observo por la ventana mientras tiempos melancólicos se sientan conmigo a tomar café y en el ambiente reinan antiguas canciones italianas hablando del amor en sus épocas doradas. La melancolía está cargada de las leyendas y los mitos que nos contábamos como si repasásemos "La metamorfosis" de Ovidio tumbados en aquel incómodo sofá en el que morían las horas ante nosotros sin percatarnos siquiera. El tiempo cambia y con él las vidas van volviéndose diferentes, la gente pasa a la alegría y el buen humor, las perezas se convierten en actividades lúdicas y los ojos explotan haciendo todo brillar. Nembro demanda mi presencia y yo pido presencias que una ver compartieron algo con la mía. La falta aumenta el aprecio y el aprecio, con sentido obligatorio, hace que la falta esté presente. Un abrazo fuerte nunca está de más; una canción interpretada a dos voces con altibajos tonos suena en mi mente; una caricia en tu sucio pelaje; un beso acompañado de descalificaciones graciosas y golpes de risa; una discusión acalorada que termina con unas bromas entre sonrisas; o el escuchar sandeces, estupideces, payasadas y tonterías en grupo. Dadme sólo 5 minutos...

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