Lluviosa tarde dominical de noviembre


El sonido de la lluvia... Escuchar como una a una las gotas caen en el frío cristal sin que éste oponga resistencia a su sino... El escaso sol, que caro se vende estos días, ha decidido retirarse a sus aposentos y apagar lentamente la luz como lento se apaga el fuego caluroso de una rústica chimenea a medidas que pasa el tiempo y no se alimenta su llama, concluyendo su función.

Funciones escasas un día como el de hoy, un atardecer como este. Pasear bajo la lluvia sintiéndote pez colorado de un cristalino azul mar instantes antes a que un beso inesperado se plante en tus labios acompañando cualquier caricia y el hormigueo que tanto te gusta en la comisura de la boca. Un plan perfecto. El plan para la actual situación.

Situaciones inadecuadas en muchos caso, como éste, porque aún la soledad no ha recibido lecciones de besos y los domingos ella se dedica en cuerpo y alma a su higiene personal. No hay nada más que hacer porque ni tú has aparecido todavía por estas casi oscuras vías que conducen a días veloz, a días rápido, cada una de las partes de mi cuerpo hacia el final que todos tenemos en común.

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