La lechera y recipientes varios

En diversas y variadas ocasiones, por no decir siempre, sucede lo mismo en una vida como la mía. Cuando la esperanza es tu compañera de viajes nacionales, internacionales, continentales, intercontinentales o mundiales, siempre ocurre lo mismo. Da igual donde te encuentres, la hora que sea, la fecha que marque el calendario, la estación del año que transite o la temperatura que amenice el ambiente. Da igual. Cuando la esperanza es compañera de viajes, va contigo donde tú tengas pensado ir. Sin rechistar.

La lechera rompió su cántaro al tropezar con las raíces de un insolente árbol mientras pensaba e imaginaba disfrutando un futuro cercano o no. Al día son incalculables los cántaros que rompo cuando tropiezo, los que me tiran al suelo o simplemente los que se caen. Cántaros y ánforas.

Cada mañana al despertar, antes de vestirme y asearme, cuento todos los cántaros, vasijas, ánforas y botellas que me puedo permitir romper y aquellos que nunca deberían tocarse. Algunas veces el número es tan grande que del cansancio me vuelvo a dormir, otras tantas no cuento más allá del cero.

Son diversas, pintorescas y diarias las ocasiones en las que mi vida desparrama por los suelos litros de leche anteriormente depositados en un recipiente, esperanzas alojadas que crees poder criar y sacar adelante.

Litros y litros de esperanzas que la tierra absorbe...

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