Lamento lírico

Despiertan mis ojos 
morados de poemas.
 Los lacrimales borbotean 
pareados, silvas, sonetos.
 De las narices me cuelgan 
endecasílabos sueltos. 
Pauso.

Al desperezarme, 
una octava real 
cruje en mi espalda. 
Su carga cruza 
la rima de mis vasos 
Y se clava en la cesura 
de nuestros hemistiquios. 
Pausas. 

Me hago nota. 
Monorrimo en el quicio. 
Monocorde en el umbral. 
Exploto en lo alto de la sala 
y lo inundo todo. 
¡Pausa!

Recojo las palabras del techo. 
Seco la tinta de las paredes 
con los acentos antirrítmicos
que me sobran 
y vuelves está vez
entre sáficas estrofas.
Pausa larga.


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