Querides todes,

¿Pero ustedes saben a qué David quieren? Si al amable, al soñador, al aburrido o al que da el cante. Al David silencioso, al frustrado, al que camina, al árbol, al que enseña, al enseñado. Al David rabioso, al caprichoso, al que se preocupa por todos, al desdichado. Si al David de antes, al de siempre o al de ahora. O quizás todos lo tienen claro. Al que interesa, el que acompaña, el apoyo, el que no pide ni daña.
¿Pero ustedes saben de verdad a qué David quieren? Pero, ¿qué van a saber? Si ustedes no quieren a ninguno de ellos ni a los que no se han mentado. Ustedes únicamente se desean a sí mismos. La pescadilla que se muerde la cola. La cola deseosa por ser mordida. Ustedes, querides, no quieren, directamente, y tampoco pasa nada.

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